En la localidad cordobesa de Miramar se encuentra el imponente Gran Hotel Viena. Este gigante erguido guarda los secretos más oscuros y cautivantes, secretos que son ocultos por un pacto de silencio que alimenta aún más el misterio.
En su interior está inmersa la historia que se percibe en el aire y se siente en la piel, es como si el Viena se hubiese quedado en el tiempo, latente e inmutable.
Hablar de su origen, nos lleva al año 1936, cuando la familia Palkhe llega a la localidad de Miramar en busca de los tratamientos curativos de la Laguna de Mar Chiquita. El grupo familiar estaba integrado por Máximo Palkhe de origen alemán, su esposa Melita de Viena (Austria) y sus hijos Máximo e Ingrid.
Ellos se instalan en una pensión llamada Pensión Alemana, cuya propietaria era Ana María Scorchuber de Trenetzberger, ex empleada de la compañía Manesmann de la cual Máximo era gerente.
Gracias a las dotes curativas de la Laguna, Melita se recupera de su asma y Máximo (hijo) de la soriasis que lo afectaba. Es por ello, que al año siguiente los Palkhe regresan a Buenos Aires.
En agradecimiento a la Laguna, Máximo decide invertir en esta localidad. Es por eso, que le propone a la dueña de la pensión la ampliación y remodelación de la propiedad en condición de socio. Esta propuesta fue aceptada por Ana María.
En el año 1938, comienza a funcionar la Pensión Viena, un pabellón con 16 habitaciones duplex. El nombre fue elegido por Melita, mientras que Ana María había preferido el nombre de Pensión Alemana, lo que provocó la primera discordia entre las partes.
La sociedad se disolvió al año siguiente, y Palkhe compró la parte de su copropietaria. Ana María adquiere los terrenos ubicados frente al Viena y edifica el gran hotel Alemán.
El Gran Hotel Viena se construyó en dos etapas. La primera fue desde 1940 hasta 1943, y la segunda desde 1943 hasta diciembre de 1945.
En la primera etapa se construyó el ala principal con hool de entrada, constituida por tres plantas. Este sector era el más lujoso del hotel, y poseía un sistema de aire acondicionado y calefacción. Contaba con 28 habitaciones con baño privado y bañera, balcón con vista al mar, un salón comedor con capacidad para 200 personas y un pabellón termalizado. En la planta baja se encontraba la biblioteca, la peluquería, una sucursal bancaria y una de correo. Las otras dos plantas se comunicaban mediante ascensores o escaleras.
Desde 1943 hasta 1945, se construyó una tercera ala. Ésta contaba con 35 habitaciones con baño privado, bañera y zócalos sanitarios. En la planta baja había dos salones (para niños, institutrices y choferes) que se comunicaban con los otros dos pisos mediante ascensores o escaleras. Este sector estaba calefaccionado, poseía una caseta de teléfono, un espacio en los pasillos para guardar los artículos de limpieza y un espacio pequeño para leer.
Las habitaciones duplex que pertenecían a la antigua Pensión Alemana, se utilizaron como alojamiento para las institutrices.
El Gran Hotel Viena era un hotel de cinco estrellas con seguridad privada. Estaba revestido con materiales importados, adornado con objetos ostentosos y se diferenciaban los sectores según las clases sociales. Poseía 84 habitaciones para huéspedes no enumeradas correlativamente, con dos camas de una plaza. Fue construido a escala con 14 metros de cimientos.
Además tenía una gran pileta dividida en dos partes, una con agua dulce y la otra con agua salada, un muelle con dos casillas (una para fango terapia), lavadero con lavarropas y centrifugador, surtidor de combustible, vehículos para los huéspedes, taller mecánico, un mirador y un lustra botas eléctrico.
También contaba con un criadero de cerdos y aves, una cámara de conservación, latas de conserva para cien personas, una bodega y dos salas de elaboración de alimentos. Tenía su propia usina y una cisterna. Es decir, el hotel se autoabastecía.
Los empleados que estaban en contacto con los huéspedes provenían de una empresa de Buenos Aires, y debían hablar perfectamente el idioma alemán. Ellos eran alojados en 10 habitaciones ubicadas en el pabellón situado arriba de las cocheras. Los trabajadores oriundos de la zona realizaban tareas en los sectores externos del hotel, sin mantener contacto con el interior del mismo.
En 1946, la familia Palkhe sorpresivamente cierra el hotel, quedando a cargo Martín Kruegger, el jefe de seguridad y hombre de confianza de Máximo.
Hasta el año 1980 funciona como hotel. En los años sucesivos pasaron por el Viena distintos emprendimientos, y sufrió el despojo de algunos de sus objetos valiosos. En el año 1985, fue azotado por la Laguna.
Esta sería la historia oficial del Gran Hotel Viena, pero también existe la historia extraoficial que será contada en esta segunda parte…
En la segunda parte de la nota del Gran Hotel Viena, nos inmiscuimos en la leyenda y el misterio que rodea a este gigante. Sus secretos, enigmas, nos invitan a querer saber más y más, sobre todo aquello que alberga por ser un testigo histórico.
Cronológicamente, el Viena se relaciona con la segunda guerra mundial y la post guerra, por lo cual se cree que podría haber sido construido con capitales nazis, como una clínica de rehabilitación (fango terapia) para jerarcas alemanes y soldados de la guerra, sin descartar la posibilidad de haber sido también un refugio.
Es muy extraña la inversión de 25 millones de dólares, para edificar este colosal de cinco estrellas, en una localidad tan pequeña como Miramar. Un Gran Hotel, de tal belleza, lujo, con tanta prosperidad novedosa para la época y seguridad privada, en un lugar de 1600 habitantes.
Una particularidad del Viena es que poseía dos tipos de vajillas, una con la inscripción del águila bicéfala y la otra con la cruz esvástica para los huéspedes especiales. Además, algunos dicen que el jefe de seguridad solía dejar una bandeja con alimentos en la puerta del sótano, aparentemente alguien se ocultaba allí.
Según la leyenda, Perón fue al Viena en el año 1945. Asistió a una cena para pocos, para la cual el hotel había sido desalojado y se le dio licencia al personal. Los comensales llegaron misteriosamente en cadillacs negros.
La presencia de Hitler en el Viena es dudosa, ya que la fecha en la cual dicen haberlo visto es posterior a la de su muerte.
Es inexplicable que a meses de terminada la construcción, los Palkle deciden partir, quedando el Jefe de seguridad Martín Kruegger a cargo de un hotel cerrado. Casualmente o no, este hecho coincide con el fin de la segunda guerra mundial y la expropiación de los bienes alemanes.
Pero, en realidad el hotel no estuvo tan cerrado. Entre marzo de 1946 y 1948, fueron varios visitantes, generalmente hombres solos. De las visitas, muy poco se sabe, ya que no nunca se encontraron los registros de huéspedes.
El encargado de seguridad murió en las cocheras, aparentemente envenenado, aumentando así el misterio. Personas allegadas manifiestan, que el espíritu de Kruegger continúa custodiando el hotel. Él estaría acompañado por una sra. alemana llamada Ana, que desapareció del Viena dejando todas sus pertenencias, acusada del asesinato de Kruegger.
La habitación 106 es la preferida para los encantados de la actividad paranormal. En ella se fotografió a un ente fantasmal, y se podría decir que es una de las habitaciones más escalofriante del hotel.
Documentalistas estadounidenses, filmaron dos entes, uno en la habitación 106 y otro en el gran salón comedor. Actualmente, se sienten pasos que caminan por los pasillos y se detienen en esa habitación.
Lavado de dinero nazi, jerarcas nazis, espectros, componen un cóctel que nutre el enigma de este sitio encantado, y ahora se integra otro compuesto, la aparición de un heredero, Max, reclamando la posesión del Viena.
Leyenda o realidad, no se sabe, lo que si es cierto es que el Gran Hotel Viena invita a llevar nuestra imaginación hasta lo más recóndito. Por ser enigmático, es el escenario perfecto para lo fenómenos paranormales y es la atracción de numerosos turistas, mayoritariamente europeos. Guarda en el interior vestigios de su época de esplendor. Está allí, firme, imponente, esperando un final que todavía sigue abierto.
El equipo de la Revista Arroyito con la Gente quiere agradecer a la Asociación Civil Amigos del Gran Hotel Viena, cuyo presidente es Héctor Duarte, y la gentileza de la guía coordinadora: Patricia Zapata, la guía: Inés Toldo y la recepcionista: Analía Polo.
Por: Alejandra Diaz
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3 comentarios:
A mi me gusta y ves que eres bueno, es un buen artículo....el che ernesto
Este artículo es publicado por mi, pero escrito por Alejandra Diaz así que el mérito es de ella, desde hoy Alejandra publicara sus notas en mi Blog Gracias por comentar...
Para conocer la verdadera historia del hotel http://www.granhotelviena.com
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